Día de Muertos, una tradición que unió culturas
El Xantolo es una tradición, principalmente, de la región huasteca hidalguense que
celebra a los muertos y aun cuando en todo lugar es el mismo motivo, en cada
pueblo tiene variantes poco notorias, pero si una gran diferencia con las
festividades que realizan en otros puntos del país. Lo cierto es que en todas
estas actividades enmarcadas en el calendario entre las fechas del 1 y 2 de
noviembre, días de los “fieles difuntos” y “todos los santos”, engloba
emociones, fiesta, algarabía, recuerdos, tristezas, fe, esperanza, caridad,
tradición, cultura, historia y, sobre todo, gran parte de nuestra identidad
nacional, partiendo desde la llegada de los españoles, de la mezcla de razas,
de usos y costumbres, de creencias religiosas y hasta políticas.
El Día de Muertos en México es, sin duda, después del día de la Virgen de Guadalupe (12 de diciembre), una de las efemérides que más se festejan, a pesar de que la transculturización comercial y mercantil ha permeado trágicamente en esas costumbres pagano-religiosas de nuestro país, principalmente por lo que en Estados Unidos de América llaman “halloween” o día de brujas, que lo celebran la noche del 31 de octubre y cuyo origen, según algunos historiadores, se remonta al siglo XVII, tiempos en que a quienes consideraban brujas eran asesinadas en la hoguera y mientras ardían en llamas, lanzaban maldiciones a sus ejecutores.
Por supuesto, esa “festividad” norteamericana nada tiene que
ver con lo que aquí festejamos que es el culto a la muerte porque se respeta y
se cree que hay vida después de la vida, es decir, las fiestas del día de
muertos en México son más románticas, sin monstruos, fantasmas, espectros
horripilantes ni escenarios terroríficos, aun cuando el personaje principal de
nuestra tradición es la Calaca, la Huesuda, la Parca, la Niña Blanca o como sea
que le llamen. Aquí, según las creencias, se espera la “visita” de los seres
queridos que han muerto y se les dispone un altar con viandas, frutas, bebidas,
dulces, pan, y todo aquel alimento que en vida les gustaba y se colocan fotos de los
fallecidos, velas y veladoras.
Las flores de cempasúchil juegan un papel fundamental en la
celebración del Día de Muertos. Los altares y arcos que se construyen para
recibir a los difuntos, son cubiertos con esa flor, entre otras, para dar
estructura al “portal” por el que llegarán nuevamente esos espíritus al mundo
de los vivos; esos altares tienen formas y tamaños diversos, dependiendo de los
gustos y de cuántos son los difuntos en la familia o en la comunidad.
Por todo ello, en los municipios de Huajutla, San Felipe
Orizatlán, Huautla, Atlapexco, Huazalingo, Yahualica, Jaltocán y Xochiatipan,
son los que conforman la huasteca hidalguense, donde el Xantolo es el principal
festejo y la fiesta más grande en la que se hace homenaje a los muertos; en
cada uno de sus pueblos y comunidades, el festejo tiene sus variantes, incluso,
cada ocasión integran nuevos elementos para hacerlo un gran atractivo
turístico, por ejemplo, ahora se lleva a cabo el certamen Reyna de la Flor de
Cempasúchil en la comunidad de Tehuetlán, del municipio de Huejutla; o la
recreación de elementos de otros festejos del país, en Teanguistengo, que ya es
parte de la región de la sierra alta.
Este año, en Huejutla, se rompió el récord Guinness del
altar de muertos más grande del mundo, del que fue testigo el gobernador de
Hidalgo, Omar Fayad Meneses; el acontecimiento llenó de orgullo a los
huejutlenses que con el Xantolo ya figuran en el mapa de turismo cultural del
mundo.En el video que a continuación se presenta, da muestra de esas variantes que incluyen en las celebraciones del Xantolo; en este caso, el tema fue Alebrijes, creados por los alumnos de la Escuela Normal de la Sierra, del municipio de Tianguistengo.
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